la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 25 de mayo de 2025

Feria de San Isidro. El calamitoso espectáculo "sevillí" de un mano a mano juampedrero de dos prendas, Ortega y Aguado. Márquez & Moore


'..confrontación de los dos sevillanos Aguado/Ortega, sí que tenía el interés, sobre el papel, de contrastar sus puntos de vista, pues ambos militan en la línea que se ha venido llamando «de arte», que es ese toreo que lleva aparejada la posibilidad de que se estropeen los relojes, llegando incluso a pararse y, en cualquier caso, de excitar la cursilería de las ya de por sí cursis plumas que glosan la tauromaquia en los medios «serios»..'


JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
No creo, sinceramente, que alguien que chane un poco de la cosa de los toros acudiese hoy a Las Ventas con la esperanza de ver algo mínimamente serio. La combinación de Plaza de Las Ventas con la parte ganadera en manos de Juan Pedro Domecq y con Juan Ortega y Pablo Aguado en la cosa del toreo, apuntaba con altísimas probabilidades y de una forma natural hacia el resultado calamitoso que finalmente se dio. Si luego los animales, además de impresentables en su morfología, salen con golpes, mataduras y heridas, eso nos habla bastante a las claras del concepto como ganadero que tiene de sí mismo don Juan Pedro Domecq Morenés, si además el hombre permite que le vendimien los toros en sus propias barbas, éste sí, éste no, éste me lo quitas, éste me lo pones, abundamos en lo anterior; y si tienen que verse diez u once toros en el reconocimiento para sacar cinco, eso tampoco habla de manera halagüeña de la manera en que don Juan Pedro considera que debe defender el «honor de la divisa». Y decimos cinco, no por buscar esa rima facilona y colegial del número cinco, sino porque cinco fueron los toros aprobados tras el examen técnico de los señores don Eloy Marino, doña Julia Moreno y don Enrique Alexandro, los eminentes profesores veterinarios que se ocupan de la parte relativa al zoomorfismo, la evaluación de la visión y de la movilidad de los toros a lidiar, aunque nos da el tufillo de que lo mismo anduvieron un poco atolondrados en cuanto al reconocimiento de heridas o lesiones, porque el caso es que, viendo lo que salió de las mazmorras de Florito, se comprueba que esta vez la manga de los eminentes profesores fue tan ancha como las mangas de la saya del Mago Merlín. El sexto, con el que remendaron los escombros juampedreros, fue uno de Torrealta. No vino solo, que al parecer hubo que inspeccionar a cuatro de esta vacada para seleccionar a éste, que fue el más toro del encierro y el que tuvo un comportamiento más acorde a lo que se espera del ganado vacuno de lidia, y además con un pitón izquierdo de ensueño, pero de eso se hablará después.

A veces nos quejamos de las corridas mano a mano en las que no se ventila nada, dos toreros puestos porque sí con los que rellenar un cartel y ahorrarse los emolumentos de un tercero. No es el caso de hoy, porque la confrontación de los dos sevillanos Aguado/Ortega, sí que tenía el interés, sobre el papel, de contrastar sus puntos de vista, pues ambos militan en la línea que se ha venido llamando «de arte», que es ese toreo que lleva aparejada la posibilidad de que se estropeen los relojes, llegando incluso a pararse y, en cualquier caso, de excitar la cursilería de las ya de por sí cursis plumas que glosan la tauromaquia en los medios «serios», porque eso del «arte» da mucho juego para escribir términos como «genuflexo», «despacioso», «delicadeza» y otros de ese jaez que no sabes si lees la crítica de una película erótica o la receta de un pastel. 

Otra virtud que nadie puede negar a estos llamados «toreros de arte» es que han sido muy útiles para que algunas personas, sin necesidad de gastarse un dineral en psicólogos, hayan tenido una buena ocasión para explorar su auténtica orientación sexual, dando aletazos que ni ellos mismos se esperaban y poniendo los ojos en blanco como esas bolitas que se echan en los armarios para que las polillas no se coman los abrigos. No demos nada por descartado.

El único problema que arrastraba el cartel propuesto para el día de hoy es que la confrontación de los dos sevillanos no se daba en el sitio adecuado. Las Ventas, por su idiosincrasia, no parece el lugar propicio para que el careo de estos dos prendas llegase a buen término. Lo primero por el toro, que el de Madrid es siempre más incómodo para estos que el del resto del orbe taurino, por muy vendimiado que venga, y lo segundo que en una Plaza tan grande como la Monumental no es fácil hallar el estado de comunión previo que es preciso para que la liturgia artística se desarrolle: en Granada o en Jerez es mucho más posible que se den las mejores condiciones para que mane la despaciosidad, la genuflexión o la delicadeza, teniendo en cuenta principalmente el tipo de ganado que allí sale y el ambiente menos crítico y más festivo.

La corrida se ha ido despeñando por los vericuetos del desinterés y el tedio y si algo bueno ha tenido es la rapidez con la que se ha ido desarrollando, en comparación con las de otros días, que a las nueve y media aún estamos sentados en la piedra. Ha ido todo tan mal que incluso Iván García ha salido a banderilla por pasada, cosa inédita y sorprendente. Pablo Aguado ha hecho un quite al cuarto por verónicas de esas de pegolete, que decía el abuelo de Vicente Palmeiro, y se lo han aplaudido. Muy poco más. Ya saben eso que se dice de que no hay en toda España una vaca que pueda parir el toro que necesita Juan Ortega para hacer su toreo, aunque tampoco ayudaron lo más mínimo los escombros de juampedro, que todo hay que decirlo, pero la reconocida falta de solvencia técnica de Ortega no ayuda en modo alguno a ir solucionando los problemas de la lidia. En cierto modo Ortega da la impresión de que es un viejo torero con su carrera toda hecha y no un hombre de 34 años con solamente diez años de alternativa. Ya sabemos que la Ciencia estima que a partir de los 34 años se entra en la edad adulta, que es el momento en el que el cuerpo comienza a envejecer, pero ver a este hombre andando por la Plaza más evoca a uno en la madurez tardía con toda su carrera hecha, sus triunfos de juventud, sus grandes tardes y sus salidas a hombros en el que algunos quisieran ver un retazo de lo que fue. De eso nada, porque Juan Ortega no tiene leyenda alguna: por delante el futuro y por detrás, la nada. Bien es verdad que verle torear de salón, a condición de que no haya toro o con una becerra muy becerrita debe ser un gusto, pero eso es otro espectáculo distinto.

Lo único interesante de toda la tarde vino de la mano del de Torrealta, que atendía por Torbellino, número 50, dándose la circunstancia de que a buen seguro estaría en algún burladero de gañote, donde suele morar, el auténtico Torbellino, nombre con el que se anunciaba de novillero el abogado venezolano don Williams Cárdenas. Este Torbellino negro listón, alto y cuajado, dio lugar a un tercio de varas algo más aparente que los cinco anteriores en los que directamente no se picó, se movió en banderillas y llegó a la muleta de Pablo Aguado con ganas de embestir, especialmente por el pitón izquierdo. Ahí Aguado se puso a construir su obra que, a grandes rasgos, se sustenta en dos o tres naturales muy compuestos y estéticos tanto como en la ausencia de colocación y de disposición a hacer el toreo de cante grande, conformándose con un toreo decorativo que caló muy hondamente en los hastiados tendidos. El Torrealta, que desarmó a Juan Ortega, recibió ese toreo accesorio de remates y cosas bonitas que ahora tantísimo se estima, componiendo su figura para que Andrew Moore pudiera fotografiarle a gusto y nos dejó ayunos del toreo de verdad, del que te llega al alma. La estocada de zambullón, de rápido efecto, puso en marcha la petición de la oreja que a muchos les arregló la tarde y dejó como triunfador del mano a mano a Pablo Aguado.



ANDREW MOORE













FIN

Fíjate en Fortes y no seas nene Mene/ por / Ricardo Díaz-Manresa

Saúl Jiménez FORTES

'..Pese a los ardores juveniles y los cabreos, respeta siempre al respetable. ¿No lo sabes? Aunque no se respete a sí mismo y no sea respetable a veces. Aunque esté equivocado. Aunque sea cruel..'


Fíjate en Fortes y no seas nene Mene

Ricardo Díaz-ManresA
Empezó muy bien San Isidro con NHB y Puerta Grande y sigue a todo tren con Fortes, colosal. Otro milagro, continuación de los de Málaga, a los que se les hizo poco caso. Torero que ha superado lo peor. Enhorabuena. Escribiré más de él. Largo y tendido. A fondo.

Esperemos que siga así : muchísimo público y tardes interesantes.

Y hay que decírselo : Mene no seas nene. Pese a los ardores juveniles y los cabreos, respeta siempre al respetable. ¿No lo sabes? Aunque no se respete a sí mismo y no sea respetable a veces. Aunque esté equivocado. Aunque sea cruel.

Vaya declaraciones en el callejón tras matar a su segundo, entre muy enfadado y hasta airado. Todo fue porque intentó salir a saludar y le chillaron varias veces. Y ni corto ni perezoso, desafiante, se puso a dar la vuelta al ruedo entre abucheos y en plan gallito. ¿Era injusto? ¿Se mereció al menos ser ovacionado? ¿La vuelta era por la estocada? pero…vuelvan a verla y decidan. Mene dice que había hecho méritos, que se la habían pedido y que el esfuerzo realizado se lo merecía. Pero Mene no seas nene, si hay muchísimos en esta vida que con altos méritos no son nadie por injusticia pura y dura. Y hasta le dijeron que se tranquilizara. Aprende. Por ejemplo, de Fortes. Su vida, su mala suerte y su superación milagrosa.

Y mientras tanto :

¿Han visto las caras, enfadadas o tristes, de Ureña y Ginés Marín para salir a torear?.

Seis toros, seis porta gayolas. Domingo 11 de mayo en Madrid.

A Perera se le está poniendo cara de mayor pero torea como un chaval muy experimentado.

Ferrera es el rey de los colores. Y esperando que el azul y el verde de su capote se vea en su muleta.

Quiere ser muy original en sus trajes de luces pero ¿lo es o se queda en hortera?

Muy bueno el brindis de Isaac Fonseca en San Isidro defendiendo la tauromaquia en su México.

¿Es valentía, seguridad o riesgo de Marco Pérez televisar su novillada de único espada en Madrid y su alternativa en Nimes ¿.

Dice Ruiz Miguel en la corrida de toros de Miura en Sevilla que el quinto no valía nada y Pepe Moral está a punto de cortarle las dos orejas y salir por la del Príncipe. Los especialistas también pegan sus petardos.

Dentro de la orejitis y pañuelitis, se da ya en Madrid alguna oreja tras dos descabellos. Avanzamos.

La cara de Simón Casas, difícilmente interpretable, viendo a Morante torear con el capote a una mano. Ni de sorpresa ni de asombro : serio. (¿)

Y en el aniversario de Joselito se pone Pablo Aguado de luto.

Y en Sevilla coincidieron de plata, caso difícil de ver, Cayetano, Roca Rey y David de Miranda.

En la tarde sevillana de las medias blancas de Morante, parece que compartían en sus vestidos raros Manzanares y Juan Ortega.

Y sigue la vida torera.

SAN ISIDRO - 14° de FERIA.- UNA OREJA PARA MAQUILLAR UNA DESASTROSA "JUAMPEDRADA" / por Juan Miguel Núñez Batlles


'..Cuentan que en la pasada Feria de La Magdalena en Castellón, en marzo, estando "Morante" pasando las de Caín con un toro de esta divisa, al percatarse de la presencia del ganadero en un burladero dentro del callejón, se desahogó gritándole "¡vaya porquería de ganadería que tienes!".. 


SAN ISIDRO - 14° de FERIA/
UNA OREJA PARA MAQUILLAR
 UNA DESASTROSA "JUAMPEDRADA"

Por Juan Miguel Núñez Batlles
Infumable corrida por donde se le coja.  De toros intolerables para Madrid y en la Feria de San Isidro. La clásica y peculiar "Juampedrada", ganadería que no se sabe bien porqué misterio sigue estando en el candelero, cuando lleva años, muchos, que no le embisten los toros; si acaso alguno suelto de uvas a peras. Desde el abuelo del actual propietario, en clara descendencia. 

Cuentan que en la pasada Feria de La Magdalena en Castellón, en marzo, estando "Morante" pasando las de Caín con un toro de esta divisa, al percatarse de la presencia del ganadero en un burladero dentro del callejón, se desahogó gritándole "¡vaya porquería de ganadería que tienes!"

Y esta vez en Madrid, el público tampoco se ha reprimido. Más allá de los "oles" tomados a broma al sustituirlos por "¡miaus!", incluso para dar escarmiento a los dos toreros anunciados llamándoles "¡novilleros!", la sentencia definitiva vino desde un tendido alto del "7": "¡Juan Pedro, al matadero!".

Pues él verá si le compensa seguir criando esta especie  de semovientes haciéndolos pasar por toros bravos. Qué ingenuidad.

De modo que toda la corrida se desarrolló a expensas de las limitaciones impuestas por "los juampedros", a partir de ahora "juampedritos".

Y tal fue que los toreros tampoco asumieron el compromiso que supone actuar en mano a mano, en forma de reto o competencia entre los dos alternantes. Como si hubieran pactado de antemano no molestarse.

Hubo quites, sí, pero sin entrar en réplicas. Es verdad que los dos, Ortega y Aguado, torean muy bien de capote, puntualmente se hicieron presentes, con elegancia y cierta donosura, pero sin rivalizar. Más cantidad por parte de Aguado, que hizo un bonito quite por delantales en su turno al primero. Puso en suerte a su segundo por chicuelinas al paso, y en éste también hizo quite de igual guisa. Asimismo Ortega, que lució capote muy solemne en su primero con verónicas ganando terreno hasta los medios, en ese tercero y en su turno se dejó caer un quite por chicuelinas y una media de mucha envergadura. Y muy bueno igualmente el quite al quinto por tafalleras. Contado así y hasta aquí  puede parecer que estuvo la tarde "caliente"

Pues no. Porque los toros restaron todo. En los tercios de picar, amén ir la mayoría trastabillándose o gateando, pelearon de mansos, con las caras arriba y quitándose el palo, repuchándose cuando no tirando "cornaítas" al peto y yéndose sueltos. Mansedumbre por doquier.

Y para lo definitivo, que sería la muleta, ninguna reserva.

Ortega firmó algún muletazo estimable en el primero: un cambio de mano , una trinchera y cositas sueltas. En el tercero, tras los doblones iniciales, ni proyecto de faena por el apagadísimo toro. Y ya el quinto se vino abajo a las primeras de cambio, y aquello no resultó. 

Aguado tuvo mejor "material", pues cayó en sus manos el de "Torrealta", el único toreable. En su primero, noblón pero a menos, a mucho menos, nada pudo hacer. El cuarto fue una birria, de aspecto y de contenido, tanto que el tendido no le echó cuentas.

Y ya en el sexto, sí. Hubo aroma en la apertura de faena, y naturales buenos, muy buenos. La distancia, la velocidad y la altura, signos muy bien combinados para que la faena tuviera su aquel especialmente por el izquierdo. Muy notable el toreo al natural, hay que precisar. Y dos trincherazos y cuatro adornitos en las postrimerías. Y también, y tan bien, la espada. Estocada de nota alta. Por todo eso la oreja. Mérito de Aguado. Pero nada hace olvidar el desastre de la ganadería titular. 

  • FICHA DEL FESTEJO

Cinco toros de Juan Pedro Domecq, mal presentados, la mayoría tapándose por las cabezas, con pitones pero sin cuerpo, desrazados y sumamente deslucidos. El sexto, un "remiendo" de Torrealta, más en toro que los titulares, a la postre el único que se salvó de la quema.

Juan Ortega: pinchazo y estocada delantera, perpendicular y caída (silencio); media estocada en buen sitio (silencio); y media delantera y descabello (aviso y silencio).

Pablo Aguado: metisaca, pinchazo y estocada trasera y perpendicular (silencio); media tendida y caída, y descabello (silencio); y estocada ladeada (oreja).

La plaza tuvo lleno de "no hay billetes" en tarde espléndida.

San Isidro/25: El esperado mano a mano brilla al límite de la tarde / por Antolín Castro

Esas formas enamoraron al toro y despertaron al público.

'..Dos sevillanos mano a mano en Madrid. Nada que objetar, Madrid es abierto a todo, aunque va a ser casi imposible que se pueda ver un mano a mano de dos madrileños en Sevilla. Aquí caben todos y se admira siempre al ‘que lo hace’, no el ‘de dónde es’..'

Antolín Castro
Opinión y Toros/24 Mayo 2025
Llegó, sí, el esperado y deseado mano a mano programado en la feria, justo en el ecuador de la misma.

Dos sevillanos mano a mano en Madrid. Nada que objetar, Madrid es abierto a todo, aunque va a ser casi imposible que se pueda ver un mano a mano de dos madrileños en Sevilla. Aquí caben todos y se admira siempre al ‘que lo hace’, no el ‘de dónde es’.

Los dos acudían con las credenciales de ser grandes capoteros y también de quienes manejan con más despaciosidad, tanto el capote como la muleta. Los espectadores que llenaban la plaza también acudieron con la máxima expectación. Hasta ahí, todos de acuerdo. Luego los toros de Juan Pedro Domecq tendrían mucho que ver con el resultado.

Digamos, pronto y en la mano, que la juampedrada fue un cúmulo de disparates. La peor corrida presentada en lo que va de feria y, además, faltos de todo, de casta, de fuerza, y podemos añadir, de vergüenza de quienes permitieron que eso fuera así.

Y en esas transcurrió la tarde, entre protestas de todo tipo, -con razón la mayoría- con los deseos de los asistentes para que pasara algo, pero no podía pasar, en primer lugar por las condiciones de los toros y después porque ‘lo que no pue ser no pue ser y además es imposible’.

De nada servía que Juan Ortega y Pablo Aguado lo intentaran, que mostraran sus formas toreras, que desde los tendidos se jalearan los intentos como si fueran el no va más. No había nada y lo que había eran solo posturas ante toros descastados, desclasados y hasta moribundos. No podía salir nada bueno ni bien, vanos intentos. Se iniciaban los pases y antes de terminarlos o se caía el astado o enganchaba los trastos.

Hubo que esperar a las nueve de la noche, y que saliera un remiendo de Torrealta, para que lo que se atisbaba pudiera tener sentido, razón de ser. Torear de salón, sin toro, es imposible que llegue muy lejos, al menos en Madrid y en tarde de tanta esperanza y compromiso. Las protestas del 7 no eran las que habían arruinado la tarde, la tarde la arruinaron todos los protagonistas y, principalmente, un ganado infame.

Pero el cambio de ganadería era la última esperanza y la muleta de Pablo Aguado hizo el resto. La faena comenzó con doblones precisos e intentos después con la diestra. Parecía que iba a salir algo parecido a lo ya visto, pero la izquierda, el toreo al natural, el temple y la naturalidad de Aguado, obraron el milagro de convertir el agua en vino.

Fluían en series naturales completos, desmayados y ‘Torbellino’ quedó envuelto en esa magia de muleta. La plaza se reencontró con el toreo bello y, al menos, con un toro que era capaz de enamorarse de dicho toreo. Antes de que la espada hiciera el resto, Aguado nos dibujó unos muletazos por bajo que ya fueron de seda. Así pudo pasear el anillo con un trofeo en la mano en el último aliento de un día que debería haber sido de otra manera.

No se necesita mucho más para distinguir que no es lo mismo predicar que dar trigo. Hasta el quinto y las nueve de la noche, solo estuvieron predicando.

Hughes. Real Madrid, 2; Real Sociedad, 0. Lloró hasta el apuntador


'..Se iban el entrenador y el jugador con más títulos, lo que fueron Miguel Muñoz Gento. Ellos dos: Modric AncelottiLukita Carletto. La temporada fue su despedida. Ya tiene sentido el sinsentido: era el año en que se iban. Había que darse el golpazo para que pudieran..'

Hughes

Pura Golosina Deportiva

Lloró hasta el apuntador. Tíos como castillos no podían contener las lágrimas cuando hablaba Lukita... Hasta se pudo ver llorar a Florentino, un gimoteo, la emoción9 aflorando, aflorentinando, en su cara de repente cargada de años (con la edad, los enemigos se acaban pareciendo y el presidente se parecía un poco a su némesis: Butanito).

Se iban el entrenador y el jugador con más títulos, lo que fueron Miguel Muñoz y Gento. Ellos dos: Modric y Ancelotti, Lukita y Carletto. La temporada fue su despedida. Ya tiene sentido el sinsentido: era el año en que se iban. Había que darse el golpazo para que pudieran.

Cuando se sustituyó al 10, con pasillo de la elegante Real Sociedad, apareció Kroos de la nada para darle un abrazo y entonces algo sucedió: parecían bronces, parecían estatuas. Sentimos lo que habían sido. Ahora sí. Las Copas de Europa miden la gloria, pero necesitan tiempo. Ese abrazo los colocaba en el lugar más alto.

Al quedarse solo, al irse, el 10 de Modric tenía la grandeza indiscutible del 5 de Zidane. Lo mismo, igual.

"Talento y alma", dijo Ancelotti. Puede que sea el jugador más madridista de la historia, el que ha definido mejor el madridismo para el futuro, actualizando a Di Stéfano: clase suprema con lucha constante y un punto, dado por los dioses, de extenuante agonismo. El de los pies alados dejando parisinos en su estela, el del tackling que jubilaba a Messi.

Fue emocionante cuando Ancelotti, que es llorica, emotivo el hombre, repasó esos goles inolvidables de las remontadas. Yo los mezclo todos. Para mí son todos el mismo torbellino. Sé que enfrente había ingleses, pero ya no sé si eran el City o el Chelsea. Cómo será el Madrid que el gol del minuto 93 en Lisboa se quedó antiguo, está ya cantado, celebrado, llorado y ha surgido otra "épica" (llamémosle así, aunque ya es todo lírica) inagotable. Esas Copas de Europa portentosas, que aunaron, ahora lo vemos, la remontada y la proeza técnica.

Ancelotti ha sido un elemento humano entrañable. Su mirada, sus gestos, sus palabras han dado empaque al Madrid, estilo, humanidad. Ha sabido casar con la altura que cogía el club, como si las cosas estuvieran destinadas a pasar y debiera estar allí el hombre más apto para recibirlas. Ancelotti ha sido todo emoción, como un ganador sorprendido, inadvertido, que recibiese, de vuelta de la gloria, con la edad necesaria, las cosas en su justa medida. Sin soberbia, sin ego, sin revancha, valorando lo que sucedía casi con la misma sorpresa que los aficionados. Fue un propiciador con su temblor táctico que sostenía siempre en el gesto de su cara, colgados todos de su ceja.

La humanidad de Carletto acompañará siempre a los aficionados, la recordaremos, y será modelo de conducta.

Todos lloraron. Las niñas, las mujeres, los hombres, los viejos. Hasta el presidente, con Bolaños al lado, que no lloró (el que ahí no llora...). Han sido unos cuantos años y como se ha ganado merecen recuerdo. Podemos recordarlos. Los recogemos así, en Copas de Europa. Y si nos ponemos a mirar atrás, ¿quién no echa una lágrima o dos?

 @realmadrid 

sábado, 24 de mayo de 2025

MADRID / 14ª SAN ISIDRO. La fiesta es el toro / por Jorge Arturo Díaz Reyes


Aguado con "Torbelllino" de Torrealta. Foto: Emilio Méndez, Suertematador

Paco aguado corta oreja de un Torrealta. Silenciado Juan Ortega. Petardo de los juanpedros…

La fiesta es el toro

Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Madrid, 24 V 2025
La tarde era del siete. La corrida cinqueña de Juan Pedro había sido toda protestada de salida. Los seis, y cinco en el arrastre. La falta de cuajo, fuerza y casta fueron inspiración para que el delicado tendido sacara todo su repertorio de linduras. El tatatá permanente, el ¡Toooro!, el miau, miau a cada lance, el ¡qué malo eres! a los picadores, el ¡novillero! Para los desaciertos matadores, y por supuesto los pitos en todas las claves.

Las aposturas de los dos artistas sevillanos no lograban sobreaguar a las renuencias, renuencias, caídas y falta de emoción del encierro. Para completar el expediente, mataron mal, muy mal. Ortega descabelló al cuarto sin estoquearlo y Aguado por no ser menos al quinto. Hágame el favor. La plaza repleta veía naufragar su expectación y la soleada y cálida tarde (26 grados), entre la desilusión y el enojo.

En tal clima Salió “Torbellino”, negro, 575 kilos, de Torrealta que había remendado la corrida, también recibido con cajas destempladas. Las esperanzas eran mínimas. El lanceo inicial no tuvo brillo ninguno y las dos varas de Mario Benítez provocaron bronca y descalificación a gritos. Pero Iván García y El Víctor cumplieron su tercio con aplausos unánimes. Los primeros. Desde allí cambió todo.

Pablo agarró su muleta, se fue al toro y engarzó tres derechas y tres trincheras alternadas, de mucho majeza, temple y avío. El siete no lo quería tragar, pero se calló. Entonces dos acompasadas tandas por el mismo lado con molinete y la última con desplante y toma del pitón fueron catarsis para los aplausos y oles reprimidos en toda la fracasada corrida. De allí en adelante se desbordaron. Olé y olé, porque la docilidad supina del juanpedro de origen fue igual por el pitón izquierdo dando lugar a la lentitud, la rima, el desmayo que solo así puede surgir. Si hubo objeciones, no se oyeron entre la batahola. El toreo bonito, sin fiereza, ni apremio que lo enturbie. Sin embargo, alcanzó a estallar tras un silbido, el ¡Puuum petardo! Como una constancia en medio del lirismo.

La cosa siguió por naturales rimados y jaleados hasta los tres ayudados por bajo entreverados con naturales que precedieron un estocadón letal de padre y señor mío. De todas maneras, el aplauso al arrastre y la oreja paseada en medio de una fiesta no pudo hacer olvidar la falta de imponencia, bravura y poder, que son condiciones sine qua non en Madrid. Y no solo para el siete, que lo estuvo recordando toda la tarde. La fiesta es el toro.

  • FICHA DEL FESTEJO
Sábado 24 de mayo 2025. Madrid, Plaza de toros de Las Ventas. Sol. Cartel de “No hay billetes”. Seis toros de Juan Pedro Domecq, de poco remate, casta y fuerza, protestados de salida y arrastre. El sexto de Torrealta, noble, aplaudido en el arrastre

Juan Ortega, silencio, silencio y silencio tras aviso.
Pablo Aguado, silencio, saludo protestado y oreja

Feria de San Isidro. ¡Mira tú que tener que venir Victoriano del Río a salvar el honor de la ganadería! Márquez & Moore

'..Tras el fiasco ganadero de los días precedentes, la corrida de hoy ha sido una especie de oasis. ¡Mira tú que tener que venir Victoriano del Río a salvar el honor de la ganadería! Se dice pronto, pero a cada cual hay que darle lo suyo..'

JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
Había algunos que ya estaban echando a Victoriano del Río a la cuneta, que a la mínima que se falle siempre surge alguna voz pidiendo el retiro, y para desmentir a esos enterradores ahí está la corrida de hoy, seria, bien presentada, variada en comportamientos y con trapío. Decía Paco Parejo, mayoral de Las Ventas, cuñado de Antoñete, y a su vez hijo del antiguo mayoral de la Plaza de la Carretera de Aragón, que sólo había cuatro tipos de toros: los malos, los regulares, los buenos y los superiores. Hoy los de Victoriano del Río se han movido entre los buenos y los superiores, de manera especial el sexto de la tarde, Alabardero, número 85, que ha sido una perfecta máquina de embestir sin dar un solo sobresalto. Corrida muy variada en la que, por poner un pero, éste se le adjudicaríamos al primero de la tarde, Encaminado, número 63, al que seguramente echaron por delante porque el primero siempre pilla a las gentes menos avizor. En cualquier caso nadie crea que el toro era una birria, ni mucho menos, sólo que bajaba su presencia un poco en relación a los que vendrían después. Y, hecha esa salvedad, anotemos que el toro presentó sus credenciales de casta y también de acometividad, que cumplió en varas y que a su muerte fue despedido con aplausos, mientras las mulas tiraban de sus despojos.

Tras el fiasco ganadero de los días precedentes, la corrida de hoy ha sido una especie de oasis. ¡Mira tú que tener que venir Victoriano del Río a salvar el honor de la ganadería! Se dice pronto, pero a cada cual hay que darle lo suyo. Los toros más blandengues del encierro han sido el cuarto, Bocinero, número 138, y especialmente el quinto, Amante, número 147. En varas destacó el segundo, Impuesto, número 61, que parecía no querer arrimarse al Equinoceratops Equigarce sobre el que iba montado Manuel Quinta, pero que luego se arrancó y peleó con valentía.

El cartel de esta tarde era de «chu-chu», como decía Juanito, con la presencia de Emilio de Justo, Andrés Roca Rey y Tomás Rufo. Estos dos últimos se presentaban estrenando sus nuevos apoderamientos: Roca dejó a Roberto Domínguez y lo cambió por su hermano, y Tomás Rufo dejó a los Lozano y los cambió por el hermano de un crítico taurino. Emilio de Justo ahí sigue con Alberto García, que es el CEO de Tauroemoción. Las gentes respondieron a las expectativas creadas por esa combinación de toros y de toreros y hoy, de nuevo, se volvió a colgar el letrero de «No hay billetes». Para que no faltase la guinda de mal gusto, en la explanada de Las Ventas se habían concentrado unas quince personas y un niño con la monserga de la abolición de la tauromaquia, proclamada de manera harto estridente mediante unos altavoces. Cae en la responsabilidad de ese mentecato llamado Francisco, Fran, Martín Aguirre que detenta el cargo de Delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid el autorizar esas deleznables agresiones verbales frente a Las Ventas, que estorban innecesariamente a pacíficos ciudadanos que acuden a disfrutar de su espectáculo favorito, un espectáculo perfectamente legal.

Emilio de Justo goza en Madrid de una amplia bula, sea por lo que sea. Es torero que está a gusto en Las Ventas, como en el patio de su casa, siempre arropado por el cariño del público, que desea verle triunfar. ¿Cuál es la razón de ese cariño? La respuesta más inmediata que se nos ocurre es el cariño que profesan por él los miles y miles de extremeños que habitan en Madrid y que han encontrado en De Justo un referente que, de alguna manera, les pone en conexión con su tierra. También puede ser que se aprecien en él esas gotas de personalidad propia que le alejan del tsunami de vulgaridad que se nos aparece día tras día, de tantos toreros que son todos iguales. El hecho es que la indulgencia que la Plaza de Las Ventas suele manifestar para con Emilio de Justo choca con la premeditada animadversión con la que se espera a otros. ¿Y qué dio Emilio de Justo a los que le esperaban con fervor? Pues muy poquito, verdaderamente. En su primero, Emilio de Justo, de nazareno y oro, anduvo como acelerado, mandaba menos que yo en mi casa y en cuanto al temple, anduvo más bien escaso, lo que propició innumerables enganchones. Dio la impresión de que el toro estuvo bastante por encima de él, que no halló las teclas que debía tocar para hacerse con la nobleza del toro en beneficio propio. Larga faena en la que el animal se va aburriendo y creo que el toro ya se hartó del todo cuando vio que Emilio tiraba lejos de sí el espadín simulado, que nadie sabe por qué razón hay que tirar las herramientas de trabajo al suelo. Cuatro pinchazos y un descabello fue su balance con el estoque, no me extraña que lo tirase. Un aviso. Lo mejor, la brega de Morenito de Arlés.

Su segundo toro es un toro serio de presencia que medio cumple en varas y que no facilita las cosas a los peones. En el último tercio el bicho muestra una embestida más clara, más humillada ante la que Emilio de Justo va componiendo una obra más inspirada en la ventaja y en la descolocación que en la verdad, en el toreo lineal más que en la hondura. Con la conformidad de la Plaza, Emilio va hilvanando una faenita destartalada y de muy poco cuajo en la que no puede faltar de nuevo el numerito de tirar el espadín de mentira, pero que, de pronto, cobra un vuelo excelso en el cierre de la misma, pura torería, llevando al toro hacia el tercio con un ayudado por bajo, dos cambios de mano y un soberbio pase de pecho y, después, una estocada de óptima ejecución. Flaca cosecha para un toro que clamaba por una faena compacta y organizada. El cariño de las gentes recompensó al torero con una oreja de muy poco peso. Al menos volvió a matar como antes de la cogida.

Roca Rey, El Cóndor, se vino vestido de pistacho, bien feamente. La cosa de más enjundia que nos dejó en toda la tarde fue el quite por chicuelinas que le hizo al toro de Emilio de Justo. Su segundo cumplió resueltamente con el Equinoceratops de Manuel Quinta en los mini-puyazos y no dijo nada en banderillas, pero llegó a la muleta sacando su casta en unas embestidas vigorosas ante las que Roca decide que «el Cóndor pasa» y se dedica al pajareo, sin meterse en la harina que el toro pedía. Madrid le observa expectante y a cambio de su nada recibe silencio en la sombra, en el sol y en el sol y sombra. Estocada sin gloria. Su segundo fue protestado no sé si por debilidad o cojera o lo que fuese. Roca intenta poner en marcha su faena ante ese pobre escombro y las gentes se burlan del simulacro. Tampoco es que Roca se preocupe por lo que pasa, total a él Madrid ni le da ni le quita nada, y ahí se estuvo un rato con el toro sin que saliese nada digno de ser reseñado. Cuando quiso se fue a por el estoque y luego, tras los pinchazos, vino la estocada, el aviso y el descabello.

Tomás Rufo, de verde y oro, se enfrentó primero a Bisonte, número 52, que no brilló en varas pero que recibió un sensacional par de banderillas de Fernando Sánchez, que aguantó al animal, lanzado a toda carrera, para reunir un excelente par en el que todas las ventajas eran del toro. Luego vino un trasteo de muy poca monta que empezó con el torero de rodillas, él sabrá por qué, y luego una almoneda de pases, ninguno bueno, ninguno adecuado, pura ventaja, pico, falta de colocación. Ningún interés. Cuatro pinchazos y descabello.

En sexto lugar salió un regalo para la muleta que tenía reservado Victoriano del Río. Una perfecta máquina de embestir, de humillar de no molestar, de seguir la muleta es lo que era Alabardero y ante esa claridad de toro de triunfo grande, de toro para encumbrar a un torero ahí sacó Rufo su tauromaquia de la hora presente, de hacer al toro corretear sin motivo y sin finalidad, ensamblando unos pases con otros para éxtasis de muchos y sin un ápice de alma, del alma que nace del toreo que se practica hacia adelante, del toreo basado en cargar la suerte y no en ceder la posición, del toreo en el que la distancia y la colocación lo son todo. El toro se ligaba él solito los muletazos y Rufo acompañaba ese vendaval de embestidas, delatando a las claras la clase de torero que es Tomás Rufo. Las gentes vitoreaban al torero y algo excelente verían en su labor, pero lo que otros veíamos era cómo un toro que estaba deseando poner en circulación a un torero era desaprovechado con una faenita de muchos pases y muy poco toreo, acaso algún natural, que es muy poca cosecha para las condiciones que mostró el toro en la muleta. El chico tenía las dos orejas en el bolsillo, porque la mayoría de la Plaza le empujaba hacia la Puerta Grande, pero falló por tres veces pinchando con el acero antes de cobrar una estocada que dio fin sin gloria a la vida de este Alabardero que lo puso todo de su parte para favorecer el triunfo de su matador.

El par de Fernando Sánchez con Alabardero

El ganadero


ANDREW MOORE


















FIN