'..Hoy en Madrid se han visto tres ejemplares de Partido de Resina que eran un lujo en su presentación, los tres recibidos con aplausos por la cátedra cuando han hollado la arena blanquecina de Las Ventas, dos de ellos, el segundo y el tercero, han sido despedidos con palmas en el arrastre, y el cuarto se llevó una fuerte ovación mientras lo llevaban camino del desolladero..'
Cornada del toro de Monteviejo a Serafín Marín
JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
Que la cosa iba en serio se vio desde el mismo inicio de la corrida. Cuatro lances, dos por cada pitón al primero de la tarde, de Monteviejo, Estafador, número 581, berrendo y con una V blanca en la frente, como aquel famoso toro de Escobar cuya cabeza, también ornada con una V, le regalaron a Winston Churchill, y al cuarto lance, milimétricamente, el toro prendió a Serafín Marín, le hizo una avería de treinta centímetros más el consiguiente porrazo y la tarde del «Desafío Ganadero» entre Partido de Resina y Monteviejo se quedó en un mano a mano entre Juan Pablo Sánchez, de nazareno y oro, y Luis Gerpe, de verde esperanza y oro.
Los que seguimos con perseverancia la mítica ganadería de Partido de Resina, antes Pablo Romero, ya habíamos podido constatar últimamente cómo esta vacada va saliendo del hoyo de la blandenguería y de las caídas que marcaron su deriva final en las manos de la familia Pablo Romero. Casi treinta años hace ya que la vacada pasó a las manos de «Partido de Resina, Sociedad Agrícola y Ganadera, S.L.», que sin eliminar lo anterior, como tantos otros habrían hecho, han cuidado y seleccionado esta joya ganadera, única en su clase, cuidando este legado único y excepcional y trabajando para corregir los problemas que la vacada arrastraba. Hoy en Madrid se han visto tres ejemplares que eran un lujo en su presentación, los tres recibidos con aplausos por la cátedra cuando han hollado la arena blanquecina de Las Ventas, dos de ellos, el segundo y el tercero, han sido despedidos con palmas en el arrastre, y el cuarto se llevó una fuerte ovación mientras lo llevaban camino del desolladero, a transformar en medias canales esos 520 kilos de pura belleza: tres toros de lidia en la plenitud de lo que eso significa: personalidad, imprevisibilidad, peligro y casta… y ni una sola caída, esa maldición de tantos años sobre esta ganadería.
Y si la afición de los señores Morales por preservar y mejorar lo que compraron a Pablo Romero debe ser celebrada como se merece, también hay que hacer lo propio con Victorino Martín, primero el padre (qDg) y luego el hijo, que se empeñaron en no dejar que se perdiera la hermosa y característica estampa de los vegavillar y llevan treinta años batallando en la difícil tarea de poner en órbita a estos toros de tan espectaculares capas y de tan complicada salvaguardia. Veinte años hacía que no venían los patasblancas de Victorino a Madrid y hoy le ha tocado, al primero que ha salido por la puerta de los chiqueros, hacer pagar con su sangre al torero que se le ha puesto enfrente.
No cabe duda que el resultado del «Desafío Ganadero» ha sido favorable por completo a los de la divisa celeste y blanca, que en la variedad de sus comportamientos han ofrecido material para que quien quisiera jugársela pudiese triunfar. Evidentemente hablamos de toreros de los de verdad, no de esos juanesortegas y asimilados que son como flores de invernadero a la espera de que una vaca medio tonta eche al mundo al becerro bobo con el que el artista creará su decadente arte monflorita. Aquí se habla de la verdad, y de la posibilidad cierta de la herida, y por eso se estima en lo que vale la actitud de Luis Gerpe, cuatro corridas el año pasado, un par en 2025, que ha puesto de su parte todo para no pasar inadvertido y para que los oponentes no le ganasen la partida, en unos trasteos emocionantes, con los comprensibles altibajos, puntualizados por momentos de una enorme verdad y entrega.
A su primer Partido de Resina, Higuerito II, número 9, que no humillaba, lo pasó con la derecha con excelente colocación y con contundencia. Este toro mostró una gran personalidad, por el sistema de no dejarse poner frente al caballo, en esas rayitas que pintan con cal y preferir ser él quien elegía hacia dónde le apetecía abalanzarse, que era hacia el grupo donde se hallaban retirados los toreros. Medhi Savalli recibió justas palmas por los dos pares que le dejó al toro en el espaldar. El segundo del toledano fue Rosaledo, número 44, que debería haber correspondido a Serafín Marín, y que es el que mejor cumplió en varas de los tres herrados con la boca del horno. De nuevo Gerpe volvió a mostrar su disposición y su toreo en redondo, tratando de hacer series largas de éstas que ahora se estilan, cuando es bien sabido que los pablorromeros piden pocos pases y mucho mando, por lo que a partir del tercer muletazo la cosa se le desdibujaba. El toro era exigente y de triunfo grande y Luis Gerpe salvó los muebles con decoro, siendo compensado con una vuelta al ruedo que vale su peso en oro tras una buena estocada, mejor de ejecución que de colocación.
Juan Pablo Sánchez se las vio con uno de Partido de Resina, Escribano, número 26, otra pintura, a la que el mejicano bregó con eficacia sacándose al toro hasta los medios, siendo esto lo más aplaudido de su actuación. El animal cantó su condición en el segundo tercio, acudiendo franca y bravamente a banderillas, pero esas señales no fueron captadas o interpretadas por el hidrocálido, que se empeñó en proponer al toro una faena de cercanías, que en nada convenía a las condiciones del astado. Él traía su molde y quiso meter al toro a golpes a ese molde, pero el de Partido de Resina no se resignó a tan poca cosa y, de hecho, le cantó un par de veces a lo largo de la faena que se estaba equivocando en la distancia. No hubo acuerdo entre ambos.
Los de Monteviejo trajeron otros modos distintos a los cárdenos de Partido de Resina. Aparte de sus capas tan llamativas, les faltó casta y nervio, les faltó agresividad y ganas de moverse. Sus dificultades venían sobre todo de la poca acometividad, sin que eso quiera decir que no había peligro rondándoles, pero la cosa quedaba un poco cansina, si se permite la expresión. Juan Pablo Sánchez desplegó su catálogo de cercanías con Cidronito, número 14, y probablemente es lo único que se pudiera hacer con la parada condición del toro: dar esa demostración de valor. El único Monteviejo que le tocó a Luis Gerpe fue Rondo, número 12, que fue picado competentemente por Antonio Peralta en el único tercio de varas digno de tal nombre de los que se dieron en la tarde. El toro se quedó parado y reservón y Gerpe lo despachó de estocada entera.
En estas tardes, con este ganado, no hay tiempo ni momento para que los toreros se pongan a dar pases o lances de esos que terminan en -ina. No sé que tendrán ciertas ganaderías que no excitan la necesidad de la manoletina, ni de la chicuelina, y eso hace que si el festejo comienza a las seis de la tarde, a las ocho y cinco minutos ya estén arrastrando al sexto. Solamente por esto ya hay que dar gracias a Partido de Resina y a Monteviejo.
La cogida de Serafín Marín
ANDREW MOORE
Los patasblancas
Los pablorromeros
FIN